26 de mayo de 2012

Espiral

La noche me sorprende en la vigilia, mirando al afuera.
Caí en la cuenta de que no había estado durante todo el día, y que allí, ahora, era.
El horizonte se proyecta semidifuso en la penumbra estelar, que acaricia dulcemente la tierra.
No estaba, pero en lo profundo de lo abisal, sentí como me seguía. No puedo explicarlo.
Un escalofrío recorre mi espalda, como ayer.
Como ayer.
De pronto, en la lejanía, un punto. Un punto blanco, nacarado o bien, de marfil, que fulgura como anacrónico, como una estrella, despierta.
Se aleja, dejando una estela pálida y a la vez tangible, y se acerca. Noté que describía una elipse mientras se elevaba.
Minutos después, una espiral gigante, y a la vez, diminuta, se erigía lentamente en la distancia.
Aparentemente, solo yo la veo, porque naturalmente, soy el único que está.
La luna la bañaba, dócil, con su luz, y le daba una apariencia frágil y hermosa.
La brisa sopla con mas frío de repente.
Nos acostumbramos a pensar que las sombras que intermiten son menos peligrosas, y olvidamos que igualmente, son sombras.
No recuerdo el ruido, pero recuerdo el silencio. Túneles dentro de túneles que no llegan a ningún lugar, las luces del afuera no parpadean.
Una lágrima diluía la opacidad de su mirada que, indiscreta, se ocultaba entre sacos y carteras.
De pronto no hay nadie, o es que todos decidieron partir al unísono?
El cielo, aún nocturno, parece oscurecerse mas.
La lluvia helada me recuerda la espiral. La espiral.
Como de azúcar, como aire, como en realidad, la nada, la espiral se deshace al tocar la lluvia. Se desintegra y se metamorfosea en un líquido grisáceo que la tierra devora impotente.

Cuándo?
Cuándo nos caímos tan irremediablemente de la espiral?
Acaso no te ha recirculado el saber, de cuándo habríamos oído tintinear los diamantes de espuma?
De cuándo podríamos haberlos, por ventura, escuchar, para aletargar el tiempo en una eterna luz algún día gris, allí donde el gris es de adoquines?

Tropecé hacia atrás obnubilado, y ya en el suelo, mientras una lágrima surcaba fugaz mi rostro, el viento susurró a mi oído:

- "Algunos caminos se circulan solo una vez,
solo una vez,
porque después son
serpientes"

Y me deje morir, ensoñado de ayeres.