22 de octubre de 2011

Cantata del desalmado

El deseo, el deseo de sangre, pulsa como una estrella sola en el cosmos, solo a segundos de reventar.

Hoy, ayer y mañana, en la eternidad próxima, póstuma y la que asuma el porvenir, te odio.
Te odio ahora y te odio antes, te odio con cada parpadeo y con cada paso que di y daré.
Te odio sin saber porque, pero con odio certero, que como astilla envenenada ruego al universo se clave en el centro de tu alma, de haber aún, rastros de tal.
Te odio en sueños, cuando te veo entre mundos con esa sonrisa boba, con esas palabras mentirosas y con esa frialdad tan lejana corriendo hacia mi.
Te odio con el odio del resentido, del alquimista, que convierte lagrimas en sangre, sangre en puñales y puñales en todo lo que hay.

Te odio con el odio vibrante del silencioso, que estoico mantenía callados todos los demonios, solo para ver, nuevamente, tal reir!
No Existe!

Te odio incluso sin verte, pues es la mente del poeta tan vasta como sus venas, que ya vacías bombean sin sentido hacia un corazón marchito y hundido que absorbe ennegreciéndose cada vez mas.
Te odie desde antes de saberte, porque me habían contado, los que sabían por saber, que algún día ibas a aparecer y te maldecían. Y ayer y hoy, sostenida en cruces, con la aurora omnipresente alumbrando tu sombra aparecés, tal y como los venenos silenciosos que matan desde el aire, simplemente, con cada respirar.
Te odiaré hasta también muerta, pues no hay placer en el sucumbir de tus ojos, si corta las cadenas que sueño te aprisionen hoy.

Te odio ahora porque me desconozco, odiando ilimitadamente y a la lejanía, como un estúpido (como el estúpido) poeta mudo desde las profundidades de su altar, porque veo un espejo y solo están mis huesos podridos, porque oigo mi voz solo como quejidos de ansia infinita y profunda, porque late mi corazón pinchado y medio muerto (muerto de odio) y porque todavía no puedo creer como, la otra mitad late todavía (creo!), en tu mesita de luz.

20 de octubre de 2011

La hierba, la paloma y la flor mendiga

Previo a la lapidación, las fantasías del delirante:

Nuevo día entre los días.
El amanecer vuelca su luz en las calles de la ciudad, sin nubes frente si.
De entre las grietas del cemento, la hierba y la flor asoman sus tallos para beber del rayo iridiscente del alba.
Ciegas de ver, el fulgor del sol es su respirar, y así, entre los pasos de mil siluetas, escondidas en la intrascendencia, resalta el universo su color.

Vientos!

La repentina ráfaga de azar sopla con la pureza del inconexo, mientras tras su respirar se encontraba, la boca de la aurora. Acercáronse entonces, la hierba y la flor al aullar la voluntad del cielo.
El gozar, como luminaria entre cimientos, surge al saber que tras de si, con la proximidad de un respiro, estaba ahí.
De pronto, eclipse.
El viento cesa y con el la luz.
Una paloma, simple y conocida, se posea entre la brisa y sus ser.

Temor?

Picotea vilmente entonces, el tallo de la flor, truncando una vida ya medio truncada y arrancando tal y como arranca el otoño de los árboles las hojas, su partida esencia. Y vuela lejos, tan lejos hasta como para desoir, los pensamientos.
Temor, ira (oh ironía!) y ardor sangran sus hojas
Se la ha llevado lejos, a su nido, donde será por siempre princesa y mendiga, rogándole eternamente al infinito el rocío que abrió su corazón (aún mas ironía!).

Mientras tanto, en la distancia, iracunda la hierba rompe el cemento a su alrededor, abriendo la hendija en la cual tropieza, torpe, la felicidad, que empuja tras de si a la razón.
Con la noche ya no florece mas en las grietas, pues las lluvias inundaron los abismos, y ya nada crecerá. (Hasta el nuevo sol!)

Y yo mientras, sentado en el bar de en frente miro la escena de principio a fin, y al culminar grito al cielo: - La puta madre! te odio tanto! -

5 de octubre de 2011

El esquizofrénico y el cuadro en la pared

Se miran en silencio.
Es tarde en la noche pero no están cansados.
Sentado en un banco la observa.

- Estoy cansado.
- No, no lo estás.
- Si, si lo estoy.
- No es cierto.
- Cómo podés saberlo?
- Se todo lo que vos sabés.

Suspira irritado

-No estás viva.
- Si, si estoy.
- No es cierto.
- Si lo es, por qué no lo estaría?
- Sos un cuadro.
- Vos me estás hablando.
- Eso no te hace real.
- Si para vos.
- No es suficiente.
- Por qué no?
- No dejás de ser un cuadro.

Silencio.

- Quiero irme.
- No, no querés.
- Si, si quiero.
- No podés.
- Si, si puedo.
- No debés.
- Por qué no?
- Porque estaría muerta.
- Nunca estuviste viva.
- Como sabés?
- Se todo lo que vos sabés.
- Pude haber estado viva antes.
- Es irrelevante, no lo sabrías.

Silencio.

- Me tengo que ir.
- No! Quedate, por favor.
- Por qué habría de hacerlo?
- Quiero saber como es ser mirada, muerta no podría.
- Eso es injusto, sería entonces un instrumento?
- Te necesito en vida para vivir.
- Lo se, y no quiero.
- Te necesito.
- Mentira.
- Es cierto.
- No, tengo que irme.
- No!
 
Silencio, solo sus pasos alejándose resuenan en la enorme sala.
Nadie los oye, salvo... La pintura oye sus pasos.
Grita de felicidad, estando viva sin su vida.
Pero no hay nadie para escucharla.