21 de diciembre de 2010

Reorganización

Posterior al quiebre, el cambio simboliza progreso.

Primero se fracturó la mente, y luego el corazón, diminutas partes del existir en teoría, pero ¡oh! sin ellos, ¿quien es capaz de permanecer en pie?
La silueta continuó igual, pero al igual que cascara vacía, solo sirvió para cubrir el hueco que había en el interior, que insondable como aquel sentimiento que ahora se evapora, abarca toda la extensión del ser.
¡Pero no derrames tus lagrimas tan pronto! poco a poco e involuntariamente, ambos se fueron rearmando, y como no existe una memoria universal para recordar la composición original de cada uno, surgieron de la nada nuevas formas, distintas, complejas y armoniosas que cambiaron por completo la estructura prima de la unidad original.

Bienvenido seas cambio loco y desquiciado, ojala tu nueva forma se replique a las actitudes del universo y a aquellos que tomen contacto conmigo, que todo sea distinto y para mejor.

20 de diciembre de 2010

Primavera al fin

Su cadáver está tendido en el suelo, la hierba a su alrededor ya empieza a absorberlo, a procesarlo en cuerpo y alma para desechar el primero e integrar el segundo en la enorme matriz de la mente como un recuerdo vano y lejano, apilado junto con los demás en un rincón profundo, para que ya no pueda volver a surgir.

Ella sigue corriendo por el bosque, pero ya no tiene propósito su existencia, ya no sabe a donde ir. Burdamente se refugia tras los estímulos, luego tras los recuerdos y finalmente, cuando se da cuenta de que no puede seguir viviendo allí, sin inmutarse, sin derramar una lagrima o emitir un suspiro, se recuesta en el suelo y se deja morir lentamente, hasta que todo su ser desaparezca para siempre de este lugar.

Primavera en el bosque, la hierba es más verde, las flores son mas coloridas, el aire está cargado de posibilidades, y Yo, Yo, me despido por fin de tu recuerdo, de tu imagen y de todo aquello que me hiciste sentir. Adiós de una vez por todas, y espero nunca mas volver a verte por acá.

Dejemos que el nuevo sol borre tu imagen, para siempre.



19 de diciembre de 2010

Elección

Parpadea. La ve a ella tendida en el suelo.
Parpadea. Siente el peso de la roca que sostiene sobre él.
Parpadea. Ve su rostro.
Parpadea. Lo entiende todo

Acto seguido, se levanta, aún con la roca en sus manos y la deja escapar. Ella lo mira, no hay sorpresa en sus ojos, ni siquiera sabe lo que acaba de pasar, pero se va corriendo.
Con tristeza, pero firmemente, el se recuesta en la hierba, aún sosteniendo la roca, voltea para verla una vez mas y la suelta sobre su cabeza.

Muere al instante.

Se había cansado de intentar, prefirió dejarla libre hasta que se canse y muera en ese enorme y complejo bosque, hasta que la tierra absorba sus restos y borre su recuerdo para siempre.

16 de diciembre de 2010

Decisión

El ya la vió, se pasó en frente suyo por demasiado tiempo.

Él empieza a perseguirla.
Ella corre, no se va a dejar atrapar tan fácilmente.
Él es mas rápido, conoce el terreno.
Ella también, pero sabe que su motivación es mas poderosa que la propia.
El salta sobre ella.
Ella no llora, no tiene porque.
Se ven lágrimas de ira en los ojos de él.
El rostro de ella permanece impávido, no tiene por que alterarse.
Él está eufórico y a la vez asustado, toma una piedra grande y la sostiene sobre su cabeza.

Tiene que hacerlo, pero no puede. ¿Piedad? no ¿posibilidad/es? quizás.

Él se queda quieto en esa posición, no puede hacer nada, perdería demasiado, o no, no lo sabe, no puede saberlo, tendrá que esperar.

15 de diciembre de 2010

Esperanza, malvada compañera en esta ocasión

Escalofríos

Esperanza.
Su brillo hipnotiza tanto como el anhelo por tocar la luna.
Su falsa luz simula iluminar ese rincón que permanece oscuro en mi corazón.
Sus metafóricos labios le susurran palabras demasiado dulces a mi mente, y esta actúa, otra vez, cegada ante la posibilidad.
Gran dolor sintió mi alma al redescubrir esa triste verdad que ya desde lo profundo se conocía pero de la cual se dudaba, y mucho mas aún al pensar en ella. Un dolor seco, triste y constante, terrible.

Escalofríos

Ya no importa, ahora la nota del fantasma se confirma con todo el peso del dolor que en este cerebro se gestaba. Así, letra por letra, esta se va marcando con fuego en el ángulo interno de mi cráneo, y al final, casi redundante pero aún así necesariamente presente, como para recordarme eternamente que ella fue la causa, su firma, fantasma.

Escalofríos

14 de diciembre de 2010

La silla

Una habitación. Dos sillas. Yo.

Yo: Esa silla lleva mucho tiempo desocupada

De pronto, un fantasma sale de su cabeza y se sienta en la silla, acto seguido se vuelve invisible.

Fantasma: Hola.
Yo: Oh.

Una habitación. Dos sillas. Un fantasma invisible y yo.

Yo: Hola, quien es usted?
Fantasma: Soy un fantasma.
Yo: Lo sospechaba, ¿por qué salió de mi mente?
Fantasma: Porque hasta recién ese era mi hogar.
Yo: ¿Qué te ha hecho salir?
Fantasma: El azar.
Yo: Me parece bien, ¿pero por qué has ocupado esa silla, la silla que me acompañará hasta el fin de los días o hasta que decida sentarse con otro y sea reemplazada por una nueva silla vacía?
Fantasma: El azar.
Yo: Oh.
Fantasma: ¿Qué?
Yo: Dudo mucho que en vuestra calidad de espectro invisible, intocable y transparente seas capaz de merecerte el lugar en esa silla.
Fantasma: Ya lo verás, mi voz alcanzará para capturar tu alma, mente y corazón.
Yo: Me resulta difícil de creer.
Fantasma: Ahora, en unos días seré la única que se pasee por tu mente.

Unos días después

Yo: Fantasma, has capturado mi alma, mi mente y mi corazón
Fantasma: ...
Yo: ¿Fantasma?
Fantasma: ...
Yo: ¿Fantasma donde estás?
Fantasma: ...

Se levanta y mira sobre la silla, nada. Parpadea y vuelve a mirar la silla, sobre ella hay una nota.

"He de irme, confinado a tu mente en forma de recuerdos viviré hasta que el azar me libere nuevamente, adiós."

Yo: Y... ni siquiera pude decirle lo que sentía... que el lugar en esa silla lo tenía bien merecido...

11 de diciembre de 2010

Resurrección, temporal castigo

Escalofríos.

En algún momento pasaría, yo lo sabía y el universo también. El látigo del tiempo, en manos de la casualidad por supuesto, dejó marcas demasiado profundas en la hija de la conciencia y viéndola a esta sufrir, la tiró a un lado del camino, sangrando, llorando y luego quieta, en silencio, muerta.
Nadie se acercará a sus restos para ver que será de su suerte, nadie sabe su nombre, y aquellos que lo sepan temerán su cercanía, porque su padre los ahuyentará con lagrimas de ira brotando de sus ojos. Ira por haberse dejado seducir estúpidamente por la luz de la esperanza, ira por no haberla matado él desde un comienzo, como es debido.

Escalofríos.

Solo él, con pena insondable contemplará como la tierra a su alrededor la sujeta lentamente en su abrazo de paz llevándola a la tierra del olvido, dejándola enterrada en un lejano recoveco de su centro. Tan solo y quizás en la prontitud de los días el Señor Recuerdo, obligado por ella, se decida a perturbar su sueño para así traerla nuevamente a la vida, aunque ya será distinto, apenas la vea, el padre ya sabrá que hacer.

Escalofríos.

5 de diciembre de 2010

Por última vez

Tristemente, en los últimos días, el Señor Tiempo decidió agitarme los párpados y acompañar esto con una molesta (en extremo molesta) cachetada de realidad que puso mis ojos (y mi mente) al corriente de lo que anda pasando.
Nuevamente su servidor aparece en el ya casi propio lugar de idiota, pero esta vez, aparentemente junto con unos hilos invisibles que sujetan de todas partes a mi cuerpo, y muy especialmente a mi corazón.
El darme cuenta de la incómoda posición que otra vez (y hasta ahora voluntariamente) parece tocarme ocupar me hizo replantear varias cosas, como por ejemplo ¿Qué carajo estoy haciendo? o ¿Por qué mierda sigo haciendo esto? por lo tanto, y guiado por la urgencia de salir del lugar en el que me encuentro, decidí tomar una medida quizás drástica o quizás necesaria desde hace mucho tiempo.
Un período límite, una cuenta regresiva para las puertas de este corazón, una semana.
¿Útil?¿Inútil? yo no lo se, supongo que el Señor Tiempo me confesara con el correr de los días.