17 de diciembre de 2011
La leyenda de la primer ave de Andrómeda
22 de octubre de 2011
Cantata del desalmado
Hoy, ayer y mañana, en la eternidad próxima, póstuma y la que asuma el porvenir, te odio.
Te odio ahora y te odio antes, te odio con cada parpadeo y con cada paso que di y daré.
Te odio sin saber porque, pero con odio certero, que como astilla envenenada ruego al universo se clave en el centro de tu alma, de haber aún, rastros de tal.
Te odio en sueños, cuando te veo entre mundos con esa sonrisa boba, con esas palabras mentirosas y con esa frialdad tan lejana corriendo hacia mi.
Te odio con el odio del resentido, del alquimista, que convierte lagrimas en sangre, sangre en puñales y puñales en todo lo que hay.
Te odio con el odio vibrante del silencioso, que estoico mantenía callados todos los demonios, solo para ver, nuevamente, tal reir!
No Existe!
Te odio incluso sin verte, pues es la mente del poeta tan vasta como sus venas, que ya vacías bombean sin sentido hacia un corazón marchito y hundido que absorbe ennegreciéndose cada vez mas.
Te odie desde antes de saberte, porque me habían contado, los que sabían por saber, que algún día ibas a aparecer y te maldecían. Y ayer y hoy, sostenida en cruces, con la aurora omnipresente alumbrando tu sombra aparecés, tal y como los venenos silenciosos que matan desde el aire, simplemente, con cada respirar.
Te odiaré hasta también muerta, pues no hay placer en el sucumbir de tus ojos, si corta las cadenas que sueño te aprisionen hoy.
Te odio ahora porque me desconozco, odiando ilimitadamente y a la lejanía, como un estúpido (como el estúpido) poeta mudo desde las profundidades de su altar, porque veo un espejo y solo están mis huesos podridos, porque oigo mi voz solo como quejidos de ansia infinita y profunda, porque late mi corazón pinchado y medio muerto (muerto de odio) y porque todavía no puedo creer como, la otra mitad late todavía (creo!), en tu mesita de luz.
20 de octubre de 2011
La hierba, la paloma y la flor mendiga
Nuevo día entre los días.
El amanecer vuelca su luz en las calles de la ciudad, sin nubes frente si.
De entre las grietas del cemento, la hierba y la flor asoman sus tallos para beber del rayo iridiscente del alba.
Ciegas de ver, el fulgor del sol es su respirar, y así, entre los pasos de mil siluetas, escondidas en la intrascendencia, resalta el universo su color.
Vientos!
La repentina ráfaga de azar sopla con la pureza del inconexo, mientras tras su respirar se encontraba, la boca de la aurora. Acercáronse entonces, la hierba y la flor al aullar la voluntad del cielo.
El gozar, como luminaria entre cimientos, surge al saber que tras de si, con la proximidad de un respiro, estaba ahí.
De pronto, eclipse.
El viento cesa y con el la luz.
Una paloma, simple y conocida, se posea entre la brisa y sus ser.
Temor?
Picotea vilmente entonces, el tallo de la flor, truncando una vida ya medio truncada y arrancando tal y como arranca el otoño de los árboles las hojas, su partida esencia. Y vuela lejos, tan lejos hasta como para desoir, los pensamientos.
Temor, ira (oh ironía!) y ardor sangran sus hojas
Se la ha llevado lejos, a su nido, donde será por siempre princesa y mendiga, rogándole eternamente al infinito el rocío que abrió su corazón (aún mas ironía!).
Mientras tanto, en la distancia, iracunda la hierba rompe el cemento a su alrededor, abriendo la hendija en la cual tropieza, torpe, la felicidad, que empuja tras de si a la razón.
Con la noche ya no florece mas en las grietas, pues las lluvias inundaron los abismos, y ya nada crecerá. (Hasta el nuevo sol!)
Y yo mientras, sentado en el bar de en frente miro la escena de principio a fin, y al culminar grito al cielo: - La puta madre! te odio tanto! -
5 de octubre de 2011
El esquizofrénico y el cuadro en la pared
Es tarde en la noche pero no están cansados.
Sentado en un banco la observa.
- Estoy cansado.
- No, no lo estás.
- Si, si lo estoy.
- No es cierto.
- Cómo podés saberlo?
- Se todo lo que vos sabés.
Suspira irritado
-No estás viva.
- Si, si estoy.
- No es cierto.
- Si lo es, por qué no lo estaría?
- Sos un cuadro.
- Vos me estás hablando.
- Eso no te hace real.
- Si para vos.
- No es suficiente.
- Por qué no?
- No dejás de ser un cuadro.
Silencio.
- Quiero irme.
- No, no querés.
- Si, si quiero.
- No podés.
- Si, si puedo.
- No debés.
- Por qué no?
- Porque estaría muerta.
- Nunca estuviste viva.
- Como sabés?
- Se todo lo que vos sabés.
- Pude haber estado viva antes.
- Es irrelevante, no lo sabrías.
Silencio.
- Me tengo que ir.
- No! Quedate, por favor.
- Por qué habría de hacerlo?
- Quiero saber como es ser mirada, muerta no podría.
- Eso es injusto, sería entonces un instrumento?
- Te necesito en vida para vivir.
- Lo se, y no quiero.
- Te necesito.
- Mentira.
- Es cierto.
- No, tengo que irme.
- No!
Silencio, solo sus pasos alejándose resuenan en la enorme sala.
Nadie los oye, salvo... La pintura oye sus pasos.
Grita de felicidad, estando viva sin su vida.
Pero no hay nadie para escucharla.
30 de septiembre de 2011
29 de septiembre de 2011
La cofradía de la calma helada
Simple, liso y llano. Por hoy voy a abandonar esa mascara de estupideces pseudo poéticas y voy a hablar desde mi postura, desde la mía.
Es irónico el hecho de precisar catarsis en un momento así, irónico, irónico, pero bueno, es la vida misma y hay que aceptarla. O no?.
En fin, en un desesperado y continuo ultimo suspiro, se hace esta tan necesaria, que surge hoy, durante un deprimente viaje en colectivo la Cofradía de la calma helada, como antítesis, bastante tonta si se quiere, de un némesis invisible pero presente.
Tan presente como para trastornarme hoy, en este preciso instante, y tan invisible como para darme cuenta de que el contenido mismo de esto es una real estupidez, que sin embargo, veo obligada a completarse con la mayor prontitud posible.
No tengo palabras para expresarme porque, naturalmente, me resulta imposible de transcribir aquello que excede por tanto mi conocimiento y mi capacidad de predicción, o en realidad ni siquiera tanto, sino que excede simplemente mi propio limite de tolerancia de estupidez.
He violado tanto tal límite, que nuevamente me encuentro en la necesidad de dar cuenta de la idiotez que estoy haciendo ahora mismo.
Pero es tanto, francamente, hoy, el clamor que me invade, es tan pesado y grueso el manto entretejido en sentimientos que hoy me asfixia, que no puedo mas que recurrir a esta pequeña válvula de escape, a este estúpido y mudo reclamo hacia nadie, que seguramente resonará por mucho tiempo en mi cabeza.
Quizás no sea hacia nadie. No. Dirijo esta vil pantomima al universo malparido del cual soy presa.
A vos, idiota, imberbe, impoluto, insulso, imbécil, intransigente, indecible, ignorante, ignoto e impresentable ser abstracto, hijo de mi mente retorcida, con que poder te alzás por sobre mi existencia? quién te regaló la omniprescencia una y otra vez de la mano de mil presagios, que hoy como ayer me carcomen la conciencia? acaso reís divertido, mas allá de las nubes, viendo como en tierra tu mismo creador se retuerce ante las manos del monstruo que sin querer creó? ante tus manos? forro.
Y de esta forma, pecando de vulgar, vuelvo a la raíz misma de este conflicto, quién sino yo! quién sino el que les habla!
No puedo evitar citarme desde cavernas profundas, gritándole a un mercader inexistente "Quien quiera sus diamantes perderá primero sus esmeraldas!" ante lo cual, este mismo me responde "Las esmeraldas sabrán huir por su cuenta, gil" Oh! y dice tanta verdad el mercader!
Previo agradecimiento al milagro del psicoanálisis por permitirme acceder y comprender estas palabras oscuras, no dejo de maravillarme ante su genio. Porque realmente, me reflejé siete veces en los diamantes y regalé mis esmeraldas al instante, maravillado, ni siquiera tuvieron que huir.
Pero que desnudo estoy ahora sin mis esmeraldas! sin su calor en mi interior para luchar contra el frío que me invade. La vida nos regala tundras, una atrás de la otra, y a algunas sobrevivimos, pero a otras nos apagamos un poco.
Esta la estoy sobreviviendo, pero la verdad, la pura verdad es que no puedo evitar volver al principio. Estoy harto, harto del eco del silencio, harto de a mi solo me escuche yo mismo, de esta cárcel de ninguna pared, pero infinita y de esta condena inexistente, pero eterna.
Y lo peor de todo, es que esto, esto, es lo único que puedo hacer, mientras se que mas allá de los robles, se desangra. Te desangrás. Y eso, eso realmente es un puñal. Ya no quiero.
Ya no quiero componer, porque no tiene ningún propósito.
Ya no quiero pensar, porque para morir me falta tiempo.
Ya no quiero correr, porque el borde del camino es mas cómodo.
Ya no quiero que le busques significado a esto, porque no lo tiene.
Ya no quiero perder mis esmeraldas, aunque se que están muy lejos.
Ya no quiero creer, porque la fe es para pobres desgraciados.
Ya no quiero recordar, porque me gusta la felicidad.
Solo quiero cantar y escribir, y mirarme en los espejos para saber que sigo ahí, el resto, que se muera.
PD: hoy atardeció de un violeta violento y llovió, por supuesto. Igual todavía no terminó el día, de manera que aún pueden pasar cosas malas.
PD2: Acabo de leer esto, y siento que parí un monstruo, o una bestia deforme. Puaj.
PD3: Lo loco es que todavía me quedaron galaxias por decir, pero bueno, será la próxima.
26 de septiembre de 2011
El azulejo y el eterno no mirar bajo la sombra del asteroide
Bajo la sombra del asteroide, que en su recorrer eterno iluminaba de manera sombría, si es que acaso podía ser mas sombría, sus ojos oscuros, él pensaba.
Los destellos huyen de los ojos oscuros, se repetía siempre hacía si, pero sin ellos vería solo su mirar, su extraordinario mirar, y mientras las praderas lloraran piedras, su equilibrio se balancearía con la misma seguridad con la que se enfrentaban por dentro la cordura y la soledad.
De pronto se rompe su divagar, para variar, cuando un azulejo de turquesa vivaz se posa en una de sus rodillas.
Una cómica mueca de sorpresa lo invade mientras intenta mover su cuerpo, endurecido por el largo tiempo de su estar.
Y el azulejo canta.
Y cómo canta!
Canta tanto que se permite volver a mirar, pero no mirar por mirar, mirar el alma, mirar el summun mismo de aquello que trasciende lo visible, mirar lo que se piensa, mirar al universo, mirar dentro y fuera de si al mismo tiempo y darse cuenta súbitamente de que sus ojos estaban abiertos.
Y en el medio de esta extraña vorágine de sentires, se permitió cantar.
Ya había cantado antes, si, y ya había tenido otras almas a quien cantar, pero... pero esta vez... quizás... no sabe.
"No se", se dice sorprendiéndose a si mismo en un irónico desenlace literario que no resta demasiado a su felicidad.
Incluso el asteroide parece deslizarse de su lugar! e incluso cree atinar a ver el sol.
"Oh ambrosía! oh impávida alegría y gozo que me invade! tanta y tal es tu gracia que hasta puedo ver, allá a lo lejos la solución! la feliz solución!" - Cantaba alegre a las nuevas nubes, que recién hoy podía ver luego de tanto tiempo.
Hasta que de pronto...
El azulejo comienza a cerrar sus ojos. Su fuerte color turquesa parece desvanecerse a un pálido azul gris, su voz se vuelve cada vez mas débil e inaudible y de pronto se deja caer.
Él grita.
Él siempre grita. Grita porque el desconocimiento se hace oir por sobre la felicidad y solo con un grito puede volver a llamarla. Pero no vuelve.
Sujeta tiernamente al azulejo entre sus manos, que ya vuelven a marchitarse y a ponerse rígidas, mientras se destiñen volviéndose también, grises, y comienza a cantarle las mas bellas melodías en un último intento por devolverle la vida. Pero no hay caso.
El azulejo aún agoniza y de pronto, sin darse cuenta, se encuentra gritándole a los cielos, ya nuevamente oscurecidos por el asteroide que volvía perezoso de su efímero exilio:
"El azulejo se me muere en las manos!"
Y se larga a llorar en silencio mientras piensa una y otra vez, para variar, como un mantra maldito, hasta que los pensamientos no entran en su cabeza y las palabras comienzan a desbordarse en un largo río que fluye hasta la ciudad muerta:
"Cuándo fue que volví a cerrar los ojos?"
2 de septiembre de 2011
Todos nos comeríamos las manos si no nos sirvieran para agitar la neblina
25 de julio de 2011
Gritos
No, el sonido de sus lágrimas cayendo sobre el pavimento.
Esta muerta.
Cae la noche acompañada de una fina lluvia.
La sujeta tiernamente entre sus brazos, como ayer, visiones de un pasado muy distante lo atormentan mientras la angustia crece rápidamente en su pecho.
Grita.
Su eco resuena en todo el camino, quizás así, en donde sea que esté, lo oiga, y recuerde, y vuelva.
Pero no, su alma está muy lejos ya, no va a oir, ni recordar ni volver, porque el tiempo ha desgastado los ojos y el corazón, y mas allá de la lluvia él está tan solo como un náufrago en el mar.
- Volvé! acaso estuviste conmigo alguna vez? - Grita, presa de una angustia atroz.
No hubo respuesta, jamás va a haberla. Sus palabras se pierden en el viento y la lluvia.
4 de julio de 2011
23 de junio de 2011
Águila en agonía
16 de mayo de 2011
Tus ojos, ventanas del alma
20 de febrero de 2011
El idiota
14 de febrero de 2011
Limbo, delirios de madrugada
2 de febrero de 2011
Ser y no ser
26 de enero de 2011
Esclavos de la virtualidad
14 de enero de 2011
Presencias interiores - Tercer Acto
- Esto es todo culpa tuya! - me gritó la presencia,
- ¿qu…? - no alcance a terminar la palabra, el se había abalanzado sobre mi y me sostenía fuertemente de los hombros.
Ya te lo dije antes, yo fui concebido libre y completo en la tierra de la abstracción, donde danzan los sentimientos y florecen las artes, oh bello mundo… - pareció recordar con melancolía, aunque en un segundo volvió a su expresión de ira.
- Apenas naci, vi a lo lejos a mi contraparte refulgente y me sentí inmediatamente atraído hacia ella. ¡Claro! ¡Si era la razón de mí existir!
- Y así comencé a caminar hacia ella. Cuando me acerque lo suficiente como para que su luz proyectara mi sombra hacia el infinito, lo vi, sentado sobre la hierba, esperándome, libre, sin ninguna burbuja a su alrededor, y fue lo más hermoso que pude haber visto.
- Me disponía a tocarlo, nada iba a impedir que nos fundiéramos y fuéramos uno, pero de pronto, llegaron… - se interrumpió bruscamente, me miro fijo y sus ojos parecieron cobrar un odio renovado y libre hacia mi.
- qu… quienes…? - dije temeroso
- LAS SILUETAS - grito con tanta fuerza que me aturdió por un segundo y toda la tierra pareció vibrar
- ¡Vinieron de a cientos! ¡no, de a miles! ¡y lo rodearon al pobre! ¿que iba a hacer él? ¡por su cuenta es inútil! - sollozaba
- Lo envolvieron en esa maldita capsula de realidad, que tan frágil como parece, encierra todo el poder imaginable y yo no pude hacer mas que mirar y llorar a lo lejos, hasta que de pronto, sentí la tierra vibrar y todo se transformo.
El suelo desparejo y colorido dio lugar a esta superficie cuadriculada y bicolor, las nubes y arboles se convirtieron en formas rígidas y muertas…
Y entonces me di cuenta, nos habían desterrado a la tierra de la lógica, del cálculo infinito de causas y consecuencias, la cuna del que pasaría y la tumba de la espontaneidad - pareció tranquilizarse, pero solo porque en ese segundo, la tristeza le pesaba mas que la ira.
Y ahora estoy así como me ves, agonizando, muriendo un poco mas cada día… - me atreví a interrumpirlo
- pero porque, porque tenés que morir..?
- ¡tonto! no puedo alcanzar la razón de mi existencia, no tengo propósito para vivir así que paulatinamente voy desapareciendo, porque vos, ni siquiera tenés la generosidad de matarme de un solo golpe, de una maldita vez por todas, no, te seguís aferrando a mi y me condenas a la agonía hasta que por fin dejes de recordarme y pueda morir en paz ¡como pudiste hijo de puta! - dijo gritando casi todo el tiempo, acompañando sus últimas palabras con un golpe terriblemente fuerte en el pecho, luego me tiro al piso y se subió encima mío
- pero porque es esto mi culpa, que tengo yo que ver?! - grité con las fuerzas que me quedaban.
Casi pareció divertido con mi pregunta.
- Vos soltaste a esa horda de pensamientos, vos liberaste ese mar de dudas y temores en ese segundo de duda, por tu culpa yo jamás podre estar completo y encima me desterrás a esta horrible tierra de conjeturas imposibles y eternas! - otro golpe, esta vez en la cara.
Cerré los ojos y recordé
No, no podía ser, no es posible que tenga razón… como es que…
Los abrí, y no pude pensar mas. En su mano, la presencia sostenía una daga gris con las dos manos.
Se lo veía casi feliz, excitado, ansioso, no pude evitar pensar en lo que iba a pasar, y al instante emergieron del suelo cientos de siluetas a nuestro alrededor que formaron un circulo con nosotros en el centro. Ninguna susurraba nada, estaban calladas, mirando la daga gris, esperando, como morbosos espectadores de un show siniestro.
- Oh mi querido caminante, pero ahora… - se reía como un loco, había perdido la cabeza - ahora te condeno tal y como vos lo hiciste conmigo… cada vez que la recuerdes vas a sentir el mismo dolor que yo siento ahora, y no voy a ceder hasta que me sueltes de una vez y me dejes morir en paz… - alzó la daga sobre mi
- ¡ahora vas a sufrir!
La daga cayó sobre mi pecho mientras un grito ahogado salía como podía de mi boca.
El dolor es insoportable, una y otra vez el puñal hiere mi cuerpo, el alma y el corazón al mismo tiempo, no puedo hacer nada para evitarlo, y de pronto, me siento arder, en todas partes, las siluetas estaban concentradas en mi, todas a la vez, todas susurrando, sus ojos vacios laceran mi piel y mi mente sin tregua, el dolor es indescriptible, inimaginable, no puedo, ya no puedo, por favor que paren, por favor, ¡POR FAVOR!
Parpadeé
Abro los ojos y estoy de nuevo frente a la ventana. Ya no hay formas, ni luces ni siluetas, ya no queda nada de ese mundo perverso en esta realidad, a excepción de… oh… no…
Apenas lo recuerdo siento como apuñala mi pecho, cumple su castigo tal y como describieron sus palabras, no puedo pararlo, esta dentro de mi, para siempre.
¿Y saben que? Creo que así quiero que sea.
12 de enero de 2011
Presencias interiores - Segundo Acto
Lo vi y era yo.
~
Sus ojos se encontraron con los míos y entonces pude apreciar su profundidad, vi alegría y dolor, pero también enormes cantidades de algo que no pude comprender, algo no bueno. Pero no pude quedarme meditando, en un segundo sentí una puntada en el corazón, directa, seca y certera. El dolor no se hizo esperar, y en respuesta a él no pude hacer más que inclinarme violentamente hacia adelante y tomarme el pecho con las dos manos.
Parpadeé
Allí estaba yo de vuelta, parado y desorientado. Ya no sentía dolor, no, su lugar había sido reemplazado por una inmensa, insondable, inconmensurable tristeza que de la nada caló hasta lo más profundo de mi alma y me quito la respiración.
La forma en la que me sentí en esos últimos cinco segundos podría compararse con morir, sentir el infierno y resucitar… adentro de un ataúd.
~
Dejé escapar una lágrima, no pude evitarlo. Mi otro yo lo notó y me miró con una expresión extraña, como curiosidad pero mezclada con… odio…?
Decidí no pensar en ello, tomé la lagrima con un dedo y la tiré lo más lejos que pude. Curiosamente, al tocar el suelo, emergieron del mismo punto tres siluetas grises que nos miraron al unísono - No nos movimos - Bajaron la cabeza y comenzaron a caminar, susurrando y repitiendo sus funestas palabras. A lo lejos pude escuchar a uno repetir - Nunca, nunca, nunca, nunca… -
Un terrible escalofrío recorrió mi espalda.
~
Miré a mi silueta y disimulando lo mas que pude le dije
- ¡Buenos días, tardes o noches mi ecuánime compañero! ¿podrías decirme cuál es tu nombre?
Dejó de llorar y me contestó:
- Lamento informarle, desconocido caminante - había un dejo de ironía en sus ojos… - que no tengo nombre.
Lo miré desconcertado
- Sería inútil, déjeme ver ¿podría usted, acaso nombrar el sentir de un amor semi prohibido, palpable pero infinitamente irreal…?
No contesté
- ¿Podrías acaso definir con una sola palabra la experiencia de sentir a la muerte caminando cada vez mas y mas cerca, acortando la distancia con cada exhalación, cada pensamiento, cada milésima de segundo?
Otra vez no supe que decir.
- No creo que puedas, así que bien, yo tengo un poco de ambas cosas, pero para ahorrar palabras y discusiones filosóficas, podés llamarme presencia semitransparente.
Estaba agitado, se notaba que sentía aquello que explicaba. Yo seguí.
- Bien, un placer presencia semitransparente, espero que no le moleste que continúe con mis preguntas…
No dijo nada, pero no se lo vió molesto.
- ¿Por qué sos idéntico a mi?
Dejo escapar una risita.
- Porque yo, mi querido compañero, soy aquello que enterraste en lo más profundo de tu alma, porque soy aquello que es puramente definido por tu ser, por tu existencia, eso que no puede ser adulterado, ¿Cómo podría ser otro? Si mi razón de ser esta clavada en aquel rincón de tu corazón sobre el cual no tenés poder. - Otra risita, como si le hiciera gracia lo que decía.
- Pero… ¿Quién sos?
- Soy el sentimiento primo, el que nació en una milésima de segundo y que tan pronto vió la luz se la quito aquella que no tiene honor ni orgullo, soy el inútil, el que odiaste desde que me viste, soy aquel que se despierta cada vez que me llamas cuando ella se aparece, el que infinidad de veces quisiste matar y no pudiste, el sobreviviente, el que nació para ser libre y esta tristemente encarcelado, el que tiene un objetivo en su vida y ahora mismo, el que esta próximo a morir, desconocido caminante, ese soy yo.
Sus palabras me dejaron helado, pero no puedo detenerme, tengo que seguir preguntando…
- Dijiste que tenias un objetivo ¿podría saber cuál es?
Por primera vez se bajo del cubo gigante en el que estaba sentado y tomo del piso el pequeño cilindro con el cual (me di cuenta más tarde) yo había tropezado minutos atrás. Se agacho y lo puso en posición vertical, y ahí fue cuando lo note por primera vez, increíble que no lo hubiera visto antes.
- A que no te habías dado cuenta - dijo sonriendo
No, no me había dado cuenta, el cilindro tenía dos sombras.
~
- ¿De dónde vienen? - Dije asombrado
- La primera de la lógica - señalo hacia arriba.
A lo lejos se podía ver una especie de enorme dado con muchísimas caras que emitía luz.
- Y la otra viene de allá - Y señalo hacia una esfera flotante
Estaba confundido, hasta que esta se movió y dejo ver algo a lo que tampoco había prestado atención antes. A lo lejos, muy a lo lejos, se veía una semiesfera de luz azulada muy potente que me encegueció por un segundo.
La presencia la señalo y dijo ese es mi objetivo.
~
No tuve que pedírselo, ambos empezamos a caminar en esa dirección.
- ¿Dónde se supone que estamos? - pregunte yo, luego de caminar por un rato
- Este lugar vendría a ser la parte racional, completamente solida y gobernada por la lógica, un ambiente angular y matemático, repugnante - Se notaba en su rostro que no le gustaba el lugar.
Me sentí intrigado acerca de su odio y él lo notó
- No pertenezco acá, yo nací en la tierra de la abstracción y el sentir, pero cuando entendió lo que representaba me desterró a esta maldita tierra de números y posibilidades.
Intrigado pregunté:
- ¿Quién te desterró?
No respondió.
~
No intercambiamos palabra hasta un rato después, cuando empezamos a notar que había cada vez mas siluetas grises a nuestro alrededor.
De la nada dijo:
- Puaj, siluetas, son lo peor que hay mi querido caminante, son la representación de la oscuridad misma del ser, son los títeres que usan los peores temores para salir de sus cárceles mentales.
Lo mire extrañado.
- Y obviamente que vienen acá, a la tierra del eterno calculo, a vagar por estas tierras comprobando posibilidades y probabilidades hasta que uno crezca tanto que pueda ascender al próximo nivel y pueda cumplir su propósito.
Otra vez lo miré.
- Romper todo - dijo sonriendo.
~
Seguimos caminando.
Después de lo que para mí fue una hora, comenzamos a subir una especie de suave colina y ahí lo vi, todavía a cierta distancia, pero tan nítido que parecía real.
Había una semiesfera, si, pero era transparente, como una burbuja clavada al suelo. La luz venía de adentro, de algo que parecía ser… una silueta…?
Si, era una silueta humana que emitía luz y estaba atrapada en esa capsula. Observé con más atención y noté que estaba de rodillas “mirando” (no podría saberlo, la luz era tan fuerte que solo se distinguía su forma general) en nuestra dirección apoyando las manos contra esa frágil prisión, como rogando salir.
La presencia, que estaba parada a mi lado también notó esto y su rostro cambio repentinamente a una mueca de decepción y profunda tristeza, más profunda inclusive, que la que pesaba sobre mis hombros en ese momento, pero otra vez me pareció que había algo detrás, algo que no podía entender del todo, y otra vez, al afinar la vista me encontré con lo que parecía ser odio.
~
- ¿Quién es ese? - pregunte una vez que su expresión se calmó
- Eso, compañero, es mi contraparte, tal y como la noche es la parte del día que no es día, el es la parte mía que no soy yo. El propósito de mi existir es encontrar a este ser igual pero distinto, liberarlo de su eterna cárcel y fundirme con él para mandar nuestro mensaje al exterior, cumplir el propósito por el que nacimos.
- ¿Y qué estamos esperando? - dije entusiasmado y salí corriendo en esa dirección preso de la curiosidad.
- ¡No, idiota! - me gritó mientras me alejaba, pero yo apenas lo escuchaba, tengo que sacar a su contraparte de la burbuja ¡no sé porque pero tengo que hacerlo!
De pronto la presencia se materializo en frente de mi camino y me frenó tomándome con fuerza de los hombros.
- ¡Estúpido!¡no ves acaso lo que estuviste a punto de hacer! - me gritó
Y ahí recién lo vi
~
Ahí estaba yo, a diez metros de la burbuja, pero la perspectiva desde donde estaba antes no me dejaba ver. Alrededor de esta, en un círculo perfecto y enorme, giraban cientos y cientos de siluetas grises. Caminaban una pegada al lado de la otra, en una macabra danza de tristeza y temor. No se miraban entre si, tenían la cabeza gacha y susurraban sus tétricos mantras una y otra vez, para siempre.
Esta marea de siluetas se encontraba hundida en el suelo, como si hubieran caminado ahí por tanto tiempo, que sus pasos erosionaron el suelo y los va enterrando cada vez mas en su propia miseria.
- ¿Te das cuenta? Nadie sobreviviría a caminar entre esos seres, te devorarían, crecerían y luego destruirían todo a su paso por todos los niveles - me dijo la presencia.
Y ahí entendí todo, cerca pero a la vez inalcanzable, rodeado por un mar infinito de dudas y temores, él nunca va a poder alcanzarlo, nadie podría, a excepción de aquel que no tema morir.
- ¿Pero porque?¿Como es que pasó esto? - dije consternado
Me miro y totalmente descolocado dijo
- Esto, maldito caminante ¡esto es todo culpa tuya!
8 de enero de 2011
Presencias interiores - Primer Acto
Estoy sentado, miro por la ventana, es un día soleado pero ya no siento el calor ni la luz, no desde que… y así lo veo llegar, llevado por una tormenta de pensamientos que me sumergen lentamente en un trance semi inconsciente, un viaje a los confines de la mente para resolver aquello que turba mi alma. Me siento caer infinitamente, pero así también relajado, hasta que finalmente, perdido entre mareas de recuerdos y reflexiones aparezco en una tierra desconocida.
~
Abro los ojos nuevamente, ya no hay mas ventanas ni sol, estoy parado sobre una grilla cuadriculada de color blanco y negro que se fuga hacia un horizonte que se extiende infinitamente frente a mi. Alrededor solo hay formas, coloridas y variadas, algunas sobre el suelo y otras flotando por encima de mi cabeza.
Mi confusión es extrema, no se donde estoy, no se como llegue ahí y tampoco se como salir, no obstante una palabra logra escapa de mis labios ante tal desconcierto, geométrico.
~
Camino lentamente, no se a donde me dirijo, pero una suerte de intuición superior lidera mis pasos y me lleva por parajes desconocidos, aunque por alguna razón, no me importa, se que inconscientemente voy a donde tengo que ir.
Tras unos momentos veo algo a lo lejos, parecen ser… personas…? La curiosidad creció de forma instantánea en mi interior y me impulso a tratar de hablar con una de ellas. Note que de lejos estos seres se veían de color gris, y conforme me fui acercando, descubrí, extrañado que ese era su color, desde su piel hasta su ropa, gris.
En fin, no me interesaba averiguar el porqué de su descolorida existencia, solamente quería hablar y así tratar de entender en donde me encontraba.
Caminé hacia el ser que tenía más cerca y le apoye la mano en el hombro.
- Hola! Quien es ust… -
No alcance a terminar la frase. “Eso” giró la cabeza rápidamente y note horrorizado que sus ojos eran dos cuencas vacías, así como su boca. Era un cascaron hueco y gris que se movía. No había atinado a correrme, cuando aun con su rostro apuntándome (supongo que mirándome) y agarrándome de un brazo con fuerza, me dijo con una voz seca y gutural
- No hay tiempo, la vida acelera, vos te quedas atrás, el amor no te va a esperar, si no lo salís a buscar vas a quedarte solo para toda la vi…
No escuche mas, conseguí zafarme por la fuerza y corrí, pero tropecé con un pequeño cilindro que rodaba por ahí y caí al suelo, todavía lo suficientemente cerca de “eso” como para sentir como sus inexistentes ojos me escrutaban incesantemente, ¡Aggh su mirada me duele, me duele mucho!
No puedo más, me levanto y corro en otra dirección pero siempre veo lo mismo, siluetas de personas en color gris, todas susurrando terrores inconscientes como poseídas, todas muertas.
~
Me estoy cansando, la mayoría de las siluetas ya quedaron atrás. Por un momento me relajo y siento contra el borde de un cubo azul de grandes proporciones, cierro los ojos y ahí lo escucho… un sonido leve pero audible…
Me levanto, rodeo el enorme cubo, y entonces lo vi, sentado sobre el borde derecho en una posición imposible. Era una silueta, pero distinta de las que escape antes, esta era semitransparente y sus bordes titilaban, se coloreaban y esfumaban varias veces en un parpadeo.
Me acerco mas, escucho que está llorando y noto que tiene la cabeza entre las manos. Se lo ve completamente abatido… de pronto, levanta la vista… y en el segundo en el que sus líneas se marcaron lo vi ¡soy yo!