19 de noviembre de 2010

Hipocresía y aquellos que la practican

Inspirado por las vivencias de aquella bella musa que alegra con sus palabras la aburrida monotonía de los días, decidí dedicarle un texto a esta particular actitud.

La hipocresía es verdaderamente despreciable, tanto en pequeñas dosis como a lo largo de la vida. Utilizada por los expertos del engaño, de la falsedad y la pre-traición llega justo cuando uno pensaba que la verdad de esa persona era toda conocida por nuestros ojos, descubriendo mas tarde y con abundante pesar que no lo era así para nuestros oídos.
Gozan los seres que la ejercitan de lenguas filosas e hirientes, que tajéan nuestras espaldas mientras nos distraemos con sus viles artimañas, banales, inútiles y mentirosas, existentes solo con el propósito de facilitarles a estos la burla sobre los que la sufren.
¿Pero a que deben los hipócritas su razón de ser?¿Qué macabro objetivo persiguen a costa de los sentimientos de aquellos que en un comienzo los trataron como su propia sangre? Satisfacción personal, llámenlo si quieren, porque mientras ellos exponen cada defecto de los que atacan, un omnipresente grupo de idiotas disfruta, ríe y siente el morboso placer de arruinar a alguien desde las sombras, y para agradecerle esto al hipócrita, lo llenan de risas, fama y hasta a veces respeto, del cual el mismo se alimenta y utiliza para crecer y crecer.
Pero en vano se mortifican aquellos que descubren sus malvados trucos, porque no han perdido un amigo, sino descubierto a un enemigo que escondido tras una fina pared de amistad, se divierte torturándolos frente al vacío grupo de cascarones que lo contempla con mirada respetuosa.

Una vez me dijeron, acá hay que ser hipócrita para sobrevivir, triste pero cierta verdad, ante la cual confieso, entonces prefiero morir antes que ser un hipócrita.

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