29 de julio de 2010

Esas pequeñas maravillas cotidianas


La caminata estaba aburrida, la vastedad del pasto cubría hasta donde alcanzaba la vista y el atardecer ya se perfilaba como tempranamente próximo. De pronto, de entre todo el verde veo un punto blanco, un diente de león (de esos que la gente sopla para pedir un deseo) que sobresalía de manera rebelde de entre las hierbas a su alrededor mientras el atardecer lo bañaba con su tenue luz. No pude mas que esbozar una sonrisa ante esta imagen, que a partir de ahora forma parte de esas pequeñas maravillas cotidianas, esas cosas que surgen de improviso solo para el ojo del observador avispado y nos son regaladas por la fuerza de la casualidad cuando a ella se le canta.

PD: No obstante, pude notar que este era uno de los únicos de los alrededores ¿será acaso que la gente anda deseando demasiado?

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